Los frascos trampa juegan un papel esencial al actuar como una barrera de protección. Estos dispositivos evitan que fluidos corporales como flema, sangre, pus u otras secreciones ingresen al sistema central de vacío, preservando la integridad del equipo médico y la seguridad del paciente. Su implementación es fundamental para mantener entornos clínicos higiénicos y operativos.
Los frascos trampa están diseñados para integrarse fácilmente con los reguladores de succión, y se fabrican con materiales duraderos que garantizan un uso prolongado. La jarra suele estar hecha de policarbonato transparente, altamente resistente a impactos y temperaturas elevadas. La tapa, por su parte, es de aluminio anodizado, lo que añade resistencia estructural y evita la corrosión. Gracias a su cierre hermético con junta y flotador de seguridad, se previene eficazmente el desbordamiento de líquidos hacia el regulador.
Uno de los beneficios clave de los frascos trampa es su capacidad de ser reutilizados. Son completamente esterilizables en autoclave o mediante baños químicos desinfectantes. Están diseñados para soportar al menos 30 ciclos de esterilización, siempre que se sigan los lineamientos técnicos del fabricante. Esta característica no solo reduce costos, sino que también promueve prácticas sostenibles en el entorno hospitalario.
Para garantizar su correcto funcionamiento, se recomienda desmontar todas las piezas antes de la limpieza, utilizar detergentes neutros no abrasivos, y evitar agentes químicos con compuestos orgánicos. Posteriormente, deben almacenarse en un lugar seco y ventilado, preferiblemente dentro de bolsas limpias. Además, es importante revisar el estado del material de forma periódica para evitar fallos durante su uso.
Ficha Técnica:
Equisones SAS
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